Las personas que padecen el síndrome de Gilles de la Tourette enfrentan una serie de desafíos que van más allá de los tics. Estos desafíos pueden incluir trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), y situaciones de acoso o bullying. Sin embargo, hay quienes logran sobreponerse a estas adversidades y continúan con sus vidas de manera positiva. Muchos utilizan estas dificultades como un motor para alcanzar grandes logros y mejorar su calidad de vida.
Un diagnóstico adecuado, junto con un tratamiento eficaz y el respaldo de familiares y amigos, puede ser fundamental para que las personas con este síndrome lleven el control de su condición de manera más efectiva.
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¿Qué es el síndrome de Tourette?
El síndrome de Tourette es un trastorno neurológico que se manifiesta a través de movimientos involuntarios, repetitivos y estereotipados, así como por la emisión de sonidos vocales conocidos como tics. Su nombre rinde homenaje al doctor Georges Gilles de la Tourette, un neurólogo francés que identificó esta condición por primera vez en 1885 en una mujer noble de 86 años.
Este síndrome afecta principalmente a hombres, con una proporción estimada de tres a cuatro veces más que en mujeres. Los primeros síntomas suelen aparecer durante la niñez, generalmente entre los 7 y 10 años de edad, lo que puede ser un período complicado para los niños y sus familias.
Síntomas del síndrome de Tourette
El síntoma más distintivo del síndrome de Tourette es la aparición de los tics, que se dividen en dos categorías: simples y complejos.
Los tics simples son movimientos breves y repentinos que involucran un número limitado de grupos musculares. Algunos ejemplos comunes incluyen parpadeos, muecas faciales, sacudidas de cabeza y encogimiento de hombros.
En cuanto a los tics vocales simples, la persona puede aclarar la garganta repetidamente, hacer ruidos como gruñidos o incluso olfatear.
Por otro lado, los tics complejos implican la coordinación de varios grupos musculares. Estos movimientos pueden incluir combinaciones de torceduras de cabeza, muecas faciales y encogimientos de hombros. Además, pueden manifestarse a través de comportamientos como manosear objetos, saltar o incluso retorcer el cuerpo.
Cuando se trata de tics vocales complejos, el paciente podría no solo aclarar la garganta y gruñir, sino también emitir sonidos de animales o repetir palabras y frases. Curiosamente, algunas personas han comentado que sienten la necesidad de completar el tic o realizar el movimiento un número específico de veces para aliviar la tensión que sienten.
Es importante tener en cuenta que los tics pueden intensificarse en momentos de excitación o ansiedad, así como durante actividades que requieren alta concentración. Sin embargo, a pesar de que los tics no desaparecen por completo mientras duermes, tienden a disminuir considerablemente durante el sueño.
Enfermedades asociadas a los tics
- Trastorno de ansiedad por separación
- Trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH)
- Trastornos de aprendizaje
- Trastorno bipolar
- Depresión
- Abuso de sustancias
Síndrome de Tourette leve
Este síndrome puede afectar a cualquier persona, y se estima que más de 200,000 norteamericanos presentan síntomas severos. Sin embargo, una de cada 100 personas muestra síntomas más leves, que tienden a ser menos complejos. A veces, los primeros indicios pueden ser marcados, pero a medida que se avanza hacia la adolescencia y la adultez, los tics tienden a mejorar significativamente.
Síndrome de Tourette en niños
Alrededor de 140,000 niños en edad escolar han sido diagnosticados con el síndrome de Tourette. Este trastorno no solo impacta el bienestar físico, sino que también puede afectar la salud mental y emocional de los pequeños. Los expertos están trabajando en estrategias para la detección temprana, lo que podría ayudar a reducir el número de afectados por esta condición.
Para ello, han desarrollado “inventarios de tics motores y vocales”, en los que padres y maestros deben reportar los tics observados en el niño. Esto permite que el pediatra determine si se trata del síndrome de Tourette o si los movimientos involuntarios corresponden a otros trastornos relacionados.
Además, dentro de los espacios clínicos se realiza una “detección de síntomas de tic”, donde los padres completan un formulario breve que describe las características de los tics, incluyendo el tipo de movimiento, la duración y los sonidos emitidos.
Síndrome de Tourette en adultos
Los adultos también se ven afectados por este síndrome, especialmente en situaciones de estrés. Si te has dado cuenta de que cuando estás bajo presión comienzas a realizar movimientos involuntarios o tics que no puedes controlar, es posible que estés experimentando el síndrome de Tourette.
Este trastorno neurológico puede intensificarse en situaciones de alta tensión, ya sea por razones laborales, problemas en las relaciones personales, el cuidado de los hijos o las responsabilidades del hogar. Es importante reconocer que, aunque algunos adultos reciben un diagnóstico de Tourette, sus síntomas pueden ser leves y no necesariamente preocupantes. No obstante, en momentos de estrés o fatiga, los tics pueden aparecer de manera más evidente.
Las relaciones interpersonales también se ven afectadas por el síndrome de Tourette, ya que las dificultades en la comunicación pueden limitar las interacciones sociales. Esto puede hacer que obtener o mantener un empleo se convierta en un desafío, afectando así la productividad en el trabajo.
Síndrome de Tourette – insultos
El síndrome de Tourette ha sido apodado como la enfermedad de los insultos. Esta denominación no solo se refiere al acoso que pueden sufrir los pacientes por sus movimientos involuntarios, sino que también se relaciona con la posibilidad de que quienes padecen este trastorno emitan palabras o frases inadecuadas. Este fenómeno se conoce como coprolalia.
A pesar de que solo el 15% de los pacientes presenta coprolalia, es un síntoma notable. Clare Eddy y Andrea Cavanna, del National Centre for Mental Health de Birmingham, han señalado que, además de los comentarios inapropiados, los pacientes también pueden realizar acciones que generan incomodidad en situaciones sociales. Por ejemplo, gritar “¡bomba!” en un lugar público podría causar pánico entre los presentes.
Es crucial comprender que estos impulsos no pueden ser controlados por el paciente. La repetición de palabras o acciones ocurre sin que la persona tenga la intención de ofender o causar incomodidad. Muchas veces, basta con escuchar una frase específica para que el paciente la repita, incluso aumentando el volumen de su voz.
Los episodios de coprolalia pueden intensificarse en momentos de ansiedad, estrés, cansancio o excitación. Además, los estudios han demostrado que los tics y sus características pueden tener un componente hereditario, lo que significa que podrían transmitirse de generación en generación dentro de una familia.
A pesar de que la coprolalia no es común en todas las personas con Tourette, sigue siendo un desafío significativo para quienes enfrentan esta condición. Es fundamental crear conciencia sobre el síndrome de Tourette y fomentar un entorno de comprensión y apoyo para aquellos que lo padecen.
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